Sunday, June 10, 2012

Barney Nieto

Me pareció divertido...¿Qué más puedo decir?

Barney Nieto

Slim Tours

Cuando se supo que  Carlos Slim inauguraría el museo Soumaya,  comenzaron los rumores sobre el edificio más chic que nuestra ciudad hubiera visto. Un diseño arquitectónico en el "corazón" de Polanco (que es más bien la colonia Granada, que, a pesar de que está al lado, su terreno es mucho más barato). Un museo que no tendría nada que envidiarle al Guggenheim que se está construyendo en Guadalajara ni a ningún otro. Una luminaria más.

Fue entonces, con genuina emoción y curiosidad, que visité el enorme consorcio, teniendo problemas para encontrar, entre muchos coches y secciones en construcción, una entrada peatonal para el imponente panal metálico. Para mi profunda decepción, el enorme edificio, que había recibido toda clase de publicidad exhibía, con orgullo, las colecciones de esculturas extranjeras de Slim y el arte mexicano era una sección curada con pésimo o nulo criterio que, desgraciadamente, era la muestra que recibían los turistas extranjeros del arte nacional. Reforzando el concepto malinchista del mexicano.

Me llené de una indignación tal, que ahora que se nos presentço la oportunidad, decidí hablar un poco del tema.

https://vimeo.com/43188107

Magritte y el tampón







Uno: La fotografía

Escogí esta fotografía sin título de Kerstin Zupan. Ella es una fotógrafa poco conocida, su cuerpo de trabajo no es de mi interés, así que no ella no es muy reprsentativa de los fotógrafos que admiro. Sin embargo, esta fotografía sí lo es. Tratándola primero como imagen, se trata de una que salta a la vista de inmediato; sus puntos de luz focalizados, con alto contraste, sus tonos rojizos saturados y las líneas diagonales que convergen en un punto medio superior son signos que por sí solos serían llamativos, al combinarlos, demandan atención. Eso es lo de menos. A mi lo que me continúa atrayendo a esta imagen es lo que se puede entender con las siguientes lecturas.

Bueno, es obvio, el hilo del tampón que asoma de entre las nalgas. Se trata de una mujer. Y adelante hay otra figura humana también de espaldas. La situación es un misterio total, se puede leer de una infinidad de formas. La sensación que me transmite es de suspenso, como si de una película de hitchcock se tratara. Sabemos que hay una víctima ante nosotros. Sin embargo, no está claro cuál es la amenaza, si la persona que se nos presenta en primerísimo plano o la sangre contenida por el tampón. Me parece muy chistoso que toda la tensión dramática se cree a partir del tampón; de lo que le espera a la persona que está desnuda de espaldas por parte de “el tampón”, la sangre. No sé, creo que ahí tiene una carga feminista fuerte...pero no me gustaría verlo por ese lado. Lo sorprendente es que a pesar de lo absurdo del motivo, logra ser inquietante. Y es que ese hilo es un sutil recordatorio de la presencia física que podría desencadenarse. Incluso me puedo imaginar una foto secuencia...al estilo de el trailer de El Resplandor. De entrada no lo pensé así, pero ahora, tras un rato de mirarla, me doy cuenta de que esta fotografía me recuerda a muchas cosas, es que es muy cinematográfica. Por ejemplo, me da la sensación de que podría ser el poster de la película del tampón asesino, en un símil a Rubber, la llanta asesina. Me recuerda también a un video de Radiohead, el de Karma Police, en el que un coche persigue a un gordo por la carretera en la noche, sin explicar nunca porqué.

Formalmente también, creo que es especial; la forma en la que la luz se transparenta a través de las piernas es muy matizada. Sobre el perseguido se aprecia una amplia variedad de tonos e iluminaciones; parece una bandera. Lo más notorio formalmente sobre esta imagen es la incisiva flecha que apunta directamente hacia el útero. No sé hasta qué punto la autora estaba consciente de esto al tomar la fotografía pero creo que está muy bien logrado y aporta a la imagen un montón de interesantes lecturas.

Otro aspecto fundamental sobre lo que se siente al ver esta fotografía es el morbo. Y es que resulta difícil escapar de él. De entrada, se nos coloca en una posición vouyerista: viendo a una mujer desnuda, de espaldas, en la noche en un camino de tierra. Todo esto ha sido observado desde un arquetipo visual de cueva, de refugio. La incomodidad se da cuando vemos que el aparente refugio es un lugar extraño, nos han engañado. Nos han convertido en vouyeristas sin lugar a escapatoria.

Este juego con el lector me parece muy interesante, no obstante, no creo que la fotógrafa haya sido consciente de ello ya que no se ve reflejado este enfoque en el resto de su trabajo.

 



Dos: La pintura

No sé desde qué punto debo abordar esta pintura pues, al estar tan ligada a la teoría fotográfica, puede que haya algunosrincones grises en el análisis. “El hombre con su periódico”, de René Magritte, data de 1928, según internet. Para los tiempos de Magritte la fotografía era ya una herramienta más que un reemplazo técnico. La fotografía, y sobre todo el cine, fueron medios que agilizaron la comunicación. Junto con el tren, estos inventos marcaron un parteaguas en la concepción del tiempo. Tanto, que los husos horarios surgieron a raiz de los cambios de horario de las estaciones de trenes. El interés de Magritte por el tiempo está presente en varias de sus pinturas, el tema de los trenes está literalmente retratado en “Tiempo traspasado”, pero esa pintura es posterior a la que que observé. En esta, no hay ninguna teoría, me parece que es mucho más simple de loque se podría pensar. En vez de hacer mil conjeturas sobre las implicaciones filosóficas acerca del tiempo, a mi me parece más un “cómo sería si...”. Lo que me gusta de esta pintura es que es muy simple. Ahí radica su belleza. No sé si Magritte quería de pasada hacer un poema a los objetos que se quedan sin misión en la vida cuando los humanos desaparecen.

A mi me parece un cuadro muy nostálgico. Tal vez sea cosa mía. Un tipo de locura corresponde a aquellos que asignan emociones humanas a los objetos. Leí en una revista el caso de una señora que se sentía culpable con el resto de sus cucharas cuando no las ocupaba y les decía “siento no poder usarlas a todas, les prometo que a caa una le tocará su turno”. No sé hasta qué grado me esté proyectando yo en esa historia, así como a las intenciones de Magritte. Sin embargo, encuentro poético ese “tiempo detenido” que pasan los objetos cuando no están sometidos a la vista de una persona. En sí, también este cuadro es un ejemplo de vouyerismo, sólo que ahora es hacia los objetos inanimados. Un reality show 24/7 sobre los objetos cuando los dueños de la casa se van. De hecho, me estoy desviando de lo que propone Magritte. él nos habla más bien de un tiempo indefinido. A pesar de que parece eterno, por lo que vemos a través de la ventana, no ha pasado mucho tiempo. Y es que es difícil medir el tiempo si no hay acción humana que lo marque. El tiempo, al fin de cuentas, no se puede medir sin un observador ni sin sucesos que lo marquen.